A mi me encanta recibir buenas noticas. Imagino que a todos nos gusta recibir buenas noticias, pero es verdad que hay quien piensa que es ante los malos augurios cuando las personas nos ponemos las pilas. Yo soy más bien de los que creo que una buena noticia estimula mucho más que el anuncio de la catástrofe. Es un planteamiento de vida. Es mejor pensar en lo bueno que se nos avecina, que en los malos presagios. También es mejor pensar en aquello bueno que nos rodea, que en lo negativo de nuestro alrededor. Y por supuesto, es mucho mejor contemplar aquello que podemos mejorar, antes que observar aquello que puede ir peor.
En los últimos tiempos vemos como a nadie le gusta que le metan miedo, que nos amenacen con la catástrofe. Todos queremos confiar en nuestras posibilidades, en lo que seremos capaces de lograr y sobre todo cuando hay motivos para ello. El que duda de las buenas noticias que están por venir, duda de nuestras capacidades, pues las buenas noticias las construimos día a días entre todos, las malas ya vienen solas. Las buenas noticias no se anuncian, se construyen; las buenas noticias son fruto de nuestro esfuerzo.
Últimamente había quién se dedicaba a pregonar malas noticias y las malas noticias han acabado por ir a ellos. Tomemos nota.
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