Blanco y negro. Frio y calor. Claro y oscuro. Buenos y malos. ¿ha si de simple es el mundo? Por desgracia a veces si que lo es... pero siempre han existido y existirán los matices.
Los matices desde luego son importantes aunque nunca la existencia de los mismos tiene que hacernos dudar de nuestras convicciones. Evidentemente todo tiene varios puntos de vista, pero si no creyera que mis ideas, aquellas que defiendo, aquellas por la que lucho, aquellas de las que me enorgullezco son las acertadas, son las auténticas, la convicción pasaría a ser mera ilusión, una elección aleatoria.
La convicción supone considerar el resto de puntos de vista no como malos, no como perniciosos necesariamente, sino simplemente como equivocados. Platear la divergencia en términos de lucha es un error de base. Nuestros objetivos han de ser conciliadores, divulgativos, pues si nuestras convicciones son firmes, cualquiera que quiera escucharlas nos otorgará la razón, o al menos entrará en profunda reflexión (aunque las más de las veces no lo expresarán explicitamente, el orgullo es congénito en todos nosotros).
Por tanto no se trata de mejores o peores, de buenos o de malos, de nuestros o de ellos. Se trata de la fuerza de nuestras convicciones que no deben alejarnos de los divergentes sino acercarnos a ellos para que al final los nuestros, los buenos y los mejores sean los mismos.
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