La ruta del aguilucho

En los últimos días hemos visto como la derecha española se quitaba la careta. Después de años viajando al centro (¿cómo nadie les ha regalado ya un mapa?), sus hechos nos demuestran que en ese viaje han decidido coger la ruta de la derecha. Más aún, están disfrutando tanto haciendo esa ruta que llevan haciendo paradas en el camino 30 años. En esas andábamos, y mientras, los progresistas, hacíamos las autopistas suficientes para que cogieran por fin el camino más corto a la moderación. Pero el caso es que a la derecha española le pasa como a esos que por no reconocer que se han perdido prefieren dar 100 vueltas. En esa pérdida del camino seguían haciendo paradas en la ruta de la derecha. En 1996 hicieron un alto en el camino para, en ocho años de gobierno, privatizar a diestro y siniestro, desproteger a los menos poderosos y devolvernos a la sumisión al imperio y la guerra. Tras ese alto en el camino, volvieron a empezar la ruta de nuevo, aunque ya no en busca del centro, pues fue aquí cuando descubrieron la clave: no querían seguir la ruta de la gaviota sino la ruta del aguilucho. Para llegar allí había que soltar lastre y abandonaron a Gallardón en la primera gasolinera (¿él nunca lo haría?). Aunque para mí que lo del peso era una excusa, porque donde abandonaron a Gallardón montaron a Rouco Varela y García Gasco.