Prefiero ser un inocente

Hoy quiero reivindicar el derecho a la inocencia. Que no viene a ser eso de que todos somos inocentes hasta que no se demuestre lo contrario. O tal vez si. Me explico.

Parece que ultimamente está de moda eso de sentir que se ha llegado al cenit de la madurez mental hasta el punto de que hay muchos que disfrutan practicando la condescencia hacia todos aquellos que manifestemos un mínimo sentimiento de confianza o esperanza en algo o alguién.

Por eso hoy reivindico el derecho a la inocencia, porque parece que demostrar entusiasmo, ilusión o esperanza hoy en día no es más que manifestar una regresión a la inocencia infantil y absurda que no tiene otra base que la inexperiencia. Sin embargo, es precisamente el conocimiento de nuestra propia evolución y nuestra historia el que debería hacernos a todos más bienpensados e inocentes.

Hoy quiero reivindicar el derecho a la inocencia. El derecho a creer que existen personas capaces de cambiar las cosas. El derecho a esperar que esas personas sean sinceras en sus intenciones. El derecho a desear que sean ellas las que nos ayuden a conseguir nuestros sueños.

Hoy quiero reivindicar el derecho a la inocencia. El derecho a ir hoy a la cama con la confianza de que mañana será un día mejor. La confianza de que mañana quizá sea el día en que muchas cosas se arreglen. La confianza de que mañana puede ser el día en que se termine una injusticia, se acabe una desigualdad o finalice una tragedia.

Hoy quiero reivindicar el derecho a la inocencia. A creer que la ocupación de Gaza acabará, que la Guerra en Somalia tendrá solución, que Obama será el impulso necesario apra un cambio de rumbo, que la crisis nos reforzará para un futuro más próspero...

Quiero reivindicar el derecho a ser confiado, inocente, creyente en un futuro mejor. Porque esa inocencia no conoce de barreras, no sabe de imposibles ni de frustraciones y yo siempre he preferido ser un inocente a un frustrado.