He cambiado el blog aunque relamente es igual, pero diferente. Y es que esa es la manera en que las personas vamos cambiando, como los blogs, siempre somos los mismos, pero diferentes.
Me explico, cambiamos de talla, de altura, de pelo o de compañias y eso nos va haciendo diferentes, pero siempre hay algo innato. Ese caracter irreflenable e inexplicable que relamente no muta, solo se camufla. Y realmente es una pena porque a eso que los psicólogos llaman el ello no podemos cambiarlo como al blog, su esencia se resiste a la mutación porque no conoce de razocinio alguno.
Y es por eso que nos pasamos la vida intentando educar y moldear un imposible, como si quisieramos hacer figuras de plastilina con bloques de mármol. Esa rigidez es la que nos lleva a tener la necesidad de reiventarnos continuamente, como hago yo ahora con este blog, pero por suerte o por desgracia este nunca será un blog distinto será el mismo, pero diferente. Y así, por suerte o por desgracia, nos toca a asumir que si bien todos podemos ponerle trabas a nuestro lado irreflenable, aquellos que una vez fueron capaces de dañar volverán a hacerlo, aquellos que intentarón engañar ingeniarán nuevas tretas y, por tanto, aquellos que lanzaron nuestra confianza por la borda nunca la recuperarán porque es precisamente la experiencia lo que nos ha cambiado para que seamos iguales, pero diferentes.
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