Al final cala

Es como la lluvia. Cuando no estás acostumbrado, como a la lluvia, te proteges, te tapas, te escondes y te resguardas. Al principio te sientes disgustado y desprotegido, pero pronto te acostumbras. te acotumbras y piensas que, como con la lluvia, sólo se puede aguantar y esperar a que cese. De forma que sigues adelante y la costumbre hace que en lugar de protegerte firmemente cambies el paraguas por la capucha del abrigo. Total, son cuatro gotas. Te mojas, pero sigues pensando que pasará.

Pasa más tiempo. A veces cesa, otras viene una fuerte tormenta y piensas una vez más que mojarte un día es admisible. Pero al igual que pasa con la lluvia, cuando la resignación se apodera de ti empiezas a perder la cuenta de las veces que has terminado empapado. No tiene importancia, todos podemos admitir un poco de agua.

Y pasa aún más el tiempo. De repente un día te das cuenta. Has olvidado protegerte demasiado, has permitido que la lluvia te alcanzase a menudo. Te has mojado en más ocasiones de las admisibles. Y al final todo ello te ha calado.

Es tarde, el poder de cada gota que te ha caido encima, de esas gotas que menospreciaste y decidiste soportar sin más ha calado en ti. Ya nada es igual, has cambiado, al final ha calado. Eres otro, protegete en tu nuevo ser.